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La Caída del Hombre (Hombre y Mujer)

Lo que la Palabra de Dios nos enseña respecto a “la caída del hombre” es lo siguiente:


A. El hombre fue hecho recto (santo, justo, lleno de verdad e inocencia), pero a la vez, susceptible a las tentaciones. Sin embargo, estaba capacitado para decidir por sí mismo ser fiel o no a Dios cuando fue probado.

B. Si permanecía fiel, podría alcanzar la vida eterna. Si sucumbía, entonces encontraría la muerte a causa de su deslealtad.

C. En la tentación fue vencido por Satanás y como consecuencia perdió su posesión en la gloria de Dios, atrayendo dolor, sufrimiento y muerte para sí y para toda la humanidad.


El Hombre y la Tentación

El hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, fue creado recto, es decir, santo, justo, lleno de verdad e inocencia. Esa fue la conclusión a la cual llegó el rey Salomón al reflexionar sobre el hombre y su creación: “He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchas perversiones” (Eclesiastés 7:29). Sin embargo, aunque el hombre fue recto, a la vez era susceptible a las tentaciones, razón por la cual fue sometido a prueba: “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:15-17).

El propósito de probar al hombre fue para mirar su virtud y transformar su naturaleza en un carácter santo dispuesto siempre a obedecer a su Dios. La naturaleza moral es el resultado de la creación por nacimiento, pero el carácter moral es resultado de la prueba por la libre elección de lo bueno en presencia de lo malo.


El Hombre, la Vida y la Muerte

Dios creó al hombre mortal con la oportunidad de poseer vida eterna, puesto que en el huerto de Edén donde fue colocado el hombre, Dios plantó junto con los demás árboles, el árbol de la vida: “Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal” (Génesis 2:9).


De este árbol podría participar y vivir para siempre: “Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre” (Génesis 3:22).

Este árbol, al comerlo, le hubiese otorgado la vida eterna si hubiera permanecido fiel a su creador, pues él se lo había advertido: “Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Por tanto, si el hombre permanecía fiel, alcanzaba la vida eterna; si sucumbía en la prueba, encontraría la muerte por su deslealtad.


Desde el principio, el hombre ha tenido frente a sí dos opciones, las que Moisés presentó a Israel: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal” (Deuteronomio 30:15). Puesto que el hombre fue creado con capacidad para decidir ser fiel o no a Dios, puede echar mano de la vida haciendo el bien, obedeciendo a Dios, o, por otro lado, recibir la muerte si es que hace lo malo en desobediencia a Dios.


La Caída del Hombre y su Consecuencia

En la prueba a la cual fue sometido el hombre, fue tentado por Satanás: “Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto, dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió, así como ella” (Génesis 3:1-6).


La serpiente antigua que menciona Apocalipsis 12:9 atacó a la parte frágil del hombre: la mujer. “Y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión” (1 Timoteo 2:14). “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 11:3). El hombre fue vencido por la tentación, no pasó la prueba. Esto trajo como consecuencia que Dios castigase con la muerte a la humanidad por su pecado de desobediencia.


La caída del hombre afectó:

  1. A toda la tierra y sus moradores.

  2. A la mujer le dijo: “Multiplicaré en gran manera los dolores en tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti” (Génesis 3:16).

  3. Maldijo la tierra: “Maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” (Génesis 3:17).

  4. “Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo” (Génesis 3:18).

  5. “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3:19).

  6. Por su transgresión el hombre fue destituido de la gloria de Dios: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23).

  7. Al perder su justicia y santidad, también perdió la comunión con Dios, atrayendo dolor, sufrimiento y muerte sobre sí y sobre toda la humanidad: “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Romanos 5:12).


Según las Escrituras, la muerte física está establecida para todos nosotros como ley, y todos moriremos y después de esto el juicio: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pero hay una esperanza en Cristo Jesús: “No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5:28-29). La pregunta para cada uno es: ¿Qué escogerán? ¿Obedecer a Dios o seguir la vida de pecado? Jesús les invita a que vengan a Él y sus pecados serán perdonados.

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